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Frankie Goes To Hollywood
Dylan Jones | Record Mirror
01
diciembre
1984 |
INGLÉS
En el invierno de 1984, mientras el mundo aún resonaba con los ecos de la Guerra Fría y la cultura pop se alimentaba de provocación y exceso, Frankie Goes To Hollywood emergió como un fenómeno imparable. Su concierto del 26 de diciembre en The Ritz de Nueva York no fue solo un espectáculo: fue una declaración de guerra contra lo convencional, un hito que sellaría su legado en la música de los 80.
De Liverpool al Mundo: El Ascenso de una Banda Revolucionaria
Originarios de Liverpool, cuna de iconos como The Beatles, Frankie Goes To Hollywood irrumpió en la escena con un sonido audaz que mezclaba synth-pop, funk y rock electrónico. Su álbum debut, ‘Welcome to the Pleasure Dome’ (1984), ya los había catapultado a la fama con polémicas canciones como ‘Relax’ —censurada en la BBC— y ‘Two Tribes’, un himno antibélico que criticaba abiertamente la tensión entre Estados Unidos y la URSS. Para finales de 1984, su gira norteamericana era la prueba de fuego para consolidarse como leyendas.
La Noche en The Ritz: Un Huracán de Sonido y Simbolismo
El escenario del Ritz, un ícono neoyorquino con aires art deco, se transformó en un “templo de excesos”. La banda abrió con ‘War’, una versión cruda y distorsionada que paralizó a los 3,000 asistentes. Las pantallas gigantes proyectaban imágenes de crucifijos, explosiones nucleares y fragmentos de películas de culto, creando un collage visual que reflejaba el caos de la época. Holly Johnson, con su chaqueta de cuero y actitud desafiante, dominó el escenario mientras coreografiaba movimientos que mezclaban el glam rock con el punk. No hubo lugar para la moderación: incluso su interpretación de ‘Relax’ fue una versión extendida, con bajos que resonaban “como terremotos”, según relató The New York Times.
Paul Rutherford: El Showman Incansable
Mientras Johnson cantaba, Paul Rutherford robaba miradas con una máscara de Ronald Reagan durante ‘Two Tribes’, coreografiando pasos que parodiaban los discursos del presidente. Su energía desbordante y los coros beligerantes —inspirados en The Clash— convirtieron la canción en un “manifiesto en vivo”. La crítica destacó cómo la banda, con músicos adicionales en teclados y guitarras, logró un sonido tan potente que “desafió los límites técnicos del Ritz” (Rolling Stone).
Reacción del Público y la Prensa: De la Perplejidad a la Adoración
Aunque las primeras fechas en Canadá y Washington D.C. habían generado escepticismo —especialmente tras una actuación tibia con George Carlin—, Nueva York marcó un punto de inflexión. Los asistentes, una mezcla de punks, celebrities y fanáticos británicos, ovacionaron el bis de ‘Born to Run’ (cover de Springsteen) y la segunda interpretación de ‘Relax’, aún más caótica que la primera. La prensa, inicialmente confundida por el mensaje político de la banda, terminó elogiando su audacia. Entertainment Tonight destacó: “Frankie no solo entretiene: obliga a pensar en el mundo que nos rodea”.
Legado: Más Allá de Nueva York
Tras conquistar The Ritz, la gira continuó por Filadelfia, Chicago y Los Ángeles, consolidando a Frankie como un símbolo de resistencia cultural. Aunque su éxito comercial decayó hacia finales de los 80, su influencia perduró: bandas como Pet Shop Boys y Depeche Mode reconocieron su impacto en la fusión de música y activismo. Hoy, el concierto de 1984 es recordado como un “antes y después” en la historia del pop, donde el escenario se convirtió en un campo de batalla ideológico y artístico.
Conclusión: ¿Por Qué Este Concierto Sigue Importando?
Cuarenta años después, la noche en The Ritz sigue siendo un referente. No solo por la música, sino por su atrevimiento para cuestionar el status quo en plena era Reagan. Frankie Goes To Hollywood demostró que el pop podía ser provocador, inteligente y revolucionario. Y en un mundo donde la política y el arte siguen chocando, su mensaje resuena más fuerte que nunca.
Si quieres saber más, aquí tienes el original aparecido el 01 de diciembre de 1984 en Record Mirror (24-25,26):
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